Siempre para finales de Enero tengo que enfrentarme con uno de mis más grandes retos: Que regalarle a mi madre para su cumpleaños…
Puede parecer algo trivial, pero buscar el presente apropiado para mi madre es una labor sumamente difícil para mi y paso a explicar porqué.
Particularmente, al momento de hacer un presente, mi intención primera es que el mismo sea para quien lo recibe algo de trascendencia (o sea, que no se reciba como ‘uno mas’) y para agenciarme ese mérito generalmente procuro que el regalo en cuestión sea de reconocida calidad y/o buen gusto sin reparar en el costo del mismo –aunque claro, dentro de mis posibilidades económicas—(por favor no interpreten esta parte como ínfulas de vanagloria, nada mas lejos y opuesto a la intención de este documento). Esto lo hago no por exigencia del homenajeado, sino porque, harto sabido es, que una de las debilidades de la mayoría de nosotros como seres humanos es la vanidad.
Así las cosas, el presente pretenderá saciar la vanidad de quien lo recibe y porque no admitirlo, con su ‘buena impresión’ al recibirlo y sus gratitudes hacia mi por ‘el detalle’, también yo habré de probar de la dulce cicuta del citado vicio.
Con mamá el caso es muy distinto…
Y es que a ella no le llenan los ojos las marcas (muchas ni las conoce) ni el costo elevado, al contrario, cuando ella se entera de los costos de algún presente que a su entender no se corresponde con el uso que ella le dará, no se hacen esperar una andanada de ‘boches’ al autor del regalo por ‘botarate’ y derrochador.
. . . . .
Este año, como en los anteriores, mi dilema llegó de nuevo, esta vez con la agravante de que (aunque quisiera regalarle algo con un costo en dinero a la altura del cariño que Dios sabe que le tengo) mis finanzas atravesaban por un difícil y crítico momento.
Tanto fue así, que al llegar el 30 de enero me aparecí con mis brazos vacíos pero abiertos… repletos de todo el amor que a través de todos estos años ella –sin esfuerzo aparente—se ha ganado. En un abrazo sencillo, pero prolongado y fuerte, entregué –sin envoltura—mi mas grande sentimiento.
Y a diferencia de los casos anteriores, sus gratitudes por ‘el detalle’ me hicieron sentir avergonzado e inmerecedor de una madre como la que Dios me regaló.
He aquí mi primera lección!!!
El Regalo (Primera Parte).-
Autor : Reynaldo Cruz Rijo
PRIMER ANIVERSARIO
Hace 15 años
1 comentario:
La verdad es que uno se pierde a veces volviendose loco para tratar de hacer sentir bien a su madre en un solo dia con algo fisico sin darse cuenta de que con una muestra de cariño no solo ese dia sino tooodos los dias del año serian suficiente para que ella se sienta bien; y aun con una muestra grande de cariño todos los dias no serian suficiente para agradecerle a nuestras madres todo lo que han hecho por nosotros.
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