Quizá
arengado por las nostalgias que trae consigo una copa de vino tomada en
solitario una noche de viernes en cuarentena por este COVID-19, entre mi
imaginación y mis recuerdos, alumbraron este relato:
Se trataba de la amiga de una prima de una compañera de aquellos años de bachillerato, que había decidido acompañar a su "amigis" desde la costa del pacífico de los Estados Unidos a este pedacito de tierra en el mapa llamado República Dominicana...
Cuando mi amiga del colegio nos presentó a su prima y su amiga “de los países”, mi primera impresión no fue para nada fuera de lo ordinario... Claramente influencienciadas por aquella amiga del colegio, ambas se presentaron con un cierto dejo de realeza por esto de venir "de fuera", hablar inglés y entender poco español...
De inmediato, mi amigo "J" dijo, dirigiendose en voz baja hacia el grupo de compañeros masculinos alli reunidos, que le gustaba "la rubia", refiriéndose a la prima de nuestra compañera de clases y dadas sus condiciones de galán del curso, entendimos que no había caso en disputarle el privilegio que su ego le atribuía...
Vale decir que mi presencia allí se dió por pura coincidencia y sin yo tener ninguna intensión premeditada de estar en ese lugar. De hecho, como supuestamente yo pertenecía al grupo de los "Cerebritos" del cole --"Nerds", así lo popularizaron pocos años más tarde--, ninguno me consideró con oportunidades ante ninguna de las dos “sobrinas” del Tío Sam que decidieron agotar sus vacaciones en estos predios del caribe (aun no sé porque se asume que gustar de ciencias físicas, matematicas, historia y geografia se riñe con las destrezas en el amor), más por algún azar del destino, resultó que hice empatía con la amiguita de la prima aquella...
"Meghan" me dijo que se llamaba.
Recuerdo que a ella siempre le causaba gracia escucharme pronunciar su nombre, como a mí no dejaba de provocarme más risa aun su pronunciación de la palabra "Compota". (A propósito de una invitación que le hicimos a comer un helado. Al parecer ella esperaba algo como una malteada "made in USA" de las que se veían en las historiétas de "Archie y Verónica". Cual fue su sorpresa al recibir en sus manos este helado de coco en el referido potecito!!! --por aquella época el helado "Ajorca’o" o "de fundita" aún no había hecho su aparición en el mercado local).
Lo cierto, es que "Meg" (en eso concluimos las negociaciones sobre cómo le llamaría) y yo iniciamos, sin buscarlo, una linda amistad de verano.
Resultó asombroso lo rápido que congeniamos a pesar de la barrera idiomática.
Me convertí en su "Siri" ("Alexa" o
"Cortana" segun le acomode al lector) e intentaba explicarle de
manera resumida todas aquellas expresiones del dominicano "de a pié"
que no tienen traducción en ningún otro idioma (incluido el mismísimo castellano).
Para mí resultó un verdadero reto explicarle a esta joven extranjera que
visitaba por primera vez un país de habla hispana, las letras y situaciones del
merengue "Me tiene chivo" de Bonny Cepeda...
En fin, que apalancándonos en asuntos relativos a la música --el idioma universal de la humanidad--, hicimos de esos dias de vacaciones una religión para vernos al frente de la casa de aquella amiga del colegio que las hospedaba y escuchar de manera alternada temas anglosajones y de habla hispana.
Fué una de esas noches cuando ella me pidió que pusiera atención a la
canción "Stand By Me" (la versión de su autor, Ben E. King)
mientras enredaba sus delicados brazos en mi poco ejercitado bicep izquierdo
y recostaba su cabeza en mi hombro, permitiéndome apreciar a toda plenitud el
olor inolvidable de su copiosa cabellera morena…
En ese justo momento, desde el interior de la casa se escuchó el nombre de
mi amiga correctamente pronunciado --no sabía que la madre de mi amiga del
colegio manejara tan bien el inglés--.
A pesar de las repetidas llamadas que le hicieron invitándole a entrar a la casa, “Meg”, no soltó mi brazo
sino hasta que la canción terminó… Solo entonces respondió:
-
“Ok, Just give me a minute!!!”.
Me miró directamente a los ojos. El ámbar de sus ojos iluminaba todo el lugar.
Entonces se despidió colocando sus labios justo en medio de mi mejilla y mi
boca…
Su sonrisa mientras alejaba su rostro del mío acomodando su cabello detrás
de sus orejas sin interrumpir la línea de visión entre nuestros ojos, me dejó
claro que no fue algo al azar y dijo en el mejor español que pudo:
“Recuérdame cada vez que escuches esta canción…”
Eso hago cada vez que veo este video!!!
Pluma Libre en Agosto 2020 (Free typing on August
2020)
Autor: Reynaldo Cruz Rijo
Agosto 2020