Recuerdo que una vez, en medio de un encuentro de compañeros de trabajo, siendo la mayoría de la concurrencia de sexo femenino y de status “Soltera”, el tema ‘casi obligado’ era lo difícil de encontrar ‘buenos hombres’ y la frase de moda: “Los Hombres son como los teléfonos públicos. La mayoría no sirve y los pocos buenos están ‘ocupados’ ”.
A modo de broma decidí hacer una encuesta entre las presentes, solicitándoles que describieran las cualidades que habría de tener ‘su príncipe azul’.
Ante lo llamativo del tema, la integración de los presentes (hombres incluidos) no se hizo esperar. Y así, entre bromas y risas, anotaba sin discriminar, cada requisito:
• Caballeroso y atento,
• Bien parecido (algunas fueron mas explícitas en cuanto al color de la piel, ojos, cabello y tamaño)
• Educado (Tanto de formación humana como académica)–de preferencia profesional—
• Si bien no rico –que seria deseable e incluso para algunas un pre-requisito obligatorio--, al menos Trabajador. Pero eso si, bien establecido!!
• Romántico,
• Con sentido del humor,
• Cariñoso,
• De buena disposición al sexo,
• Que guste de los niños,
Y así un largísimo, etcétera.
Luego de casi una hora de encuesta, a modo de recapitulación, di lectura a la lista, buscando con esto verificar la información escrita y ante la cita de cada una de las características y atributos, las encuestadas las reconfirmaban con emoción como si estuvieran ante la confección de su vestido de noche ‘a la medida’ para una gran gala.
Concluida la lectura de la lista. Me puse serio y una por una les fui mirando a la cara por un rato, lo suficientemente largo como para lograr la atención de cada una. Y entonces les pregunte:
* Y que ofrecen ustedes, para tener a una pareja con todas estas características ?
* Sabían ustedes que si esa pareja que ustedes han configurado aplicara exactamente los mismos atributos que ustedes pidieron, resulta que casi todas ustedes quedarían descalificadas?
El punto de reflexión aquí es el siguiente: Cuando se señala a tal o cual persona, sindicándolo como “una buena pareja”, por lo general se esta mirando “un producto terminado”. O sea, el fruto de mucho tiempo dedicado por su pareja o su familia, para llevarlo a ser la persona que hoy es motivo de admiración y envidia (sana o no). --Amén de que puede que solo se esté mirando un aspecto especifico de esa persona, desconociendo o ignorando sus otras facetas.
Así la cosa, terminé mi sesión, invitándolas a buscar no “un producto terminado” sino más bien “buena materia prima”, pues ésta, aunque es todavía difícil de encontrar, al menos es más abundante.
Si bien es cierto que la construcción de un producto “terminado” requerirá de mucho tiempo y no hay garantías de la calidad y fidelidad del mismo, estos son riesgos propios del asunto y en los que definitivamente tendrá mucho que ver “la mano del artesano que le va dando forma”. Quien dicho sea de paso, debe estar consiente de que paralelamente él también esta siendo transformado.
Al final, si las cosas logran estabilizarse, se verá con claridad “la gran magia”: “el producto terminado” no es “la pareja”, sino “la relación”.
Autor : Reynaldo Cruz Rijo
5/7 Noviembre 2008
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