Es muy común
entre las personas que les ha tocado arbitrar confrontaciones domésticas interpersonales
y --muy marcadamente entre las de Fe Cristiana-- apelar a que “la situación” se
resuelva invitando a los protagonistas del conflicto a “Aceptarlo/a (a la otra persona) como es” o
“Quererle (a la otra persona) como es”…
Si bien ésta
parece ser una salida “Salomónica” para el que funge como mediador,
particularmente a mi me parece injusta y no añade valor al crecimiento de las
partes involucradas…
La
justificación que da pie al mediador para aconsejar “Acéptalo/a como es”, suele
ser la cita bíblica de “la otra mejilla” y ciertamente que estamos llamados a
conducirnos de esa manera, es decir a hacernos grandes exigencias a nosotros
mismos, y a dar a los demás sin esperar nada a cambio; pero --y esta es la
parte que cuestiono y deseo resaltar a los mediadores de turno-- muchas veces una
de las partes en conflicto apela al referido modelo Cristiano a su conveniencia con la intensión de que “sea el otro quien
cambie”...
Vale indicar
que en muchas ocasiones la función de mediador llegan sin uno proponérselo e
incluso nos toca aunque particularmente busquemos evadirla, por lo que se puede
recurrir a la sentencia de marras con la idea de “Salir bien parado” del
conflicto.
A mi entender,
invitar a una de las partes o a ambas a “Aceptar al otro como es” es – y
parafraseo otra cita bíblica—“Lavarse las manos, como lo hizo Poncio Pilato” …
Es cierto que
cada situación de conflicto es única, así como la relevancia del caso para las
partes involucradas; por esa misma razón, la exhortación del “Agripino” de
turno para las partes no debe ser genérica, debe ser igualmente única para el
caso concreto.
Invitar a
“Aceptar” al otro –aun con la mejor de las intensiones--, más que ayudar a la
solución de un conflicto, envía a cada una de las partes mensajes que a la
postre afectaran negativamente su crecimiento personal:
Ø Por un lado a la
persona que se le invita a ceder, le hace responsable de la solución del
conflicto –aun pudiendo esta tener argumentos validos y ponderables en el caso.
Ø En el caso del que
debe ser “Aceptado como es”, lo liberan de su cuota de responsabilidad, y con
ese “premio” podrían contribuir a aumentar su ego, al tiempo que lo alejan de
una oportunidad de cambio en su proceder.
El tema en
cuestión es sumamente amplio y puede ser abordado desde diferentes ángulos
según cada caso. Igualmente son muy variadas las posibles maneras de
manejarlos, pero para fines de este post, sirva como un punto de vista
diferente para la mediación de conflictos domésticos procurando el crecimiento
personal cada uno de los involucrados, invitándolos a aportar de si mismos una
cuota en la solución del caso.
Mis Memorias LVI: Sobre la mediación de conflictos
domésticos y la frase “Acéptalo/a como es”.-
Reynaldo Cruz Rijo
Octubre 2015